sábado, 5 de octubre de 2013

¿Es Normal la unión homosexual?

El pasado día 7 de noviembre y en referencia a la reciente sentencia del Tribunal Constitucional que rechaza el recurso de inconstitucionalidad presentado contra la vigente ley del mal llamado matrimonio homosexual, Diario de Noticias de Álava afirmaba en su editorial que “La reforma de 2005 fue pionera y abrió la puerta a lo que, a día de hoy, es una realidad absolutamente normalizada en la sociedad”. 
Se dice que una variable aleatoria continua sigue una distribución Normal si su función de densidad es la conocida campana de Gauss. Recibe dicho nombre debido a que una gran mayoría de las variables aleatorias continuas de la naturaleza sigue dicha distribución. 
Si consideramos la variable aleatoria y discreta del número de parejas homosexuales en una muestra de tamaño n de la población de parejas de nuestra sociedad hay que admitir que sigue una ley de distribución Binomial
de parámetros n y p donde p es la proporción de parejas homosexuales que
hay en la población de parejas de toda la sociedad. Actualmente el valor de p es muy pequeño, aproximadamente 0,0011, es decir, un porcentaje equivalente del 0,11%. Es cierto que si se elige un tamaño de muestra elevado, por ejemplo, cerca de 10000 parejas, podría aproximarse por otra distribución, pero ésta sería más bien de tipo Poisson (o de los sucesos raros), nunca mejor dicho, y no de tipo Normal, como al parecer quieren inducirnos a aceptar desde muchos y variados frentes jurídico–político–sociales.
Soy consciente de que en los tiempos que corren esta reflexión puede ser tildada de políticamente incorrecta o incluso delictiva pero al igual que en su día decidí declararme objetor de conciencia e insumiso a la ley que me obligaba a cumplir el servicio militar o la prestación social sustitutoria, lo hago hoy a la ley que prescribe que he de llamar matrimonio a lo que no lo es. Otro asunto muy distinto es que se legisle también para las minorías y a tal efecto se considere sujeto de derechos a este tipo de uniones homosexuales, a lo cual no me opongo, pero mi conciencia me dice que el ejercicio de alguno de esos derechos va en contra de los derechos de otras personas y me refiero a los de los niños.

12 de noviembre de 2012                              Vitoria-Gasteiz

En relación con este tema te sugiero la lectura del artículo La sentencia sobre el matrimonio homosexual que publicó el periodista Luis del Pino el 10 de noviembre en www.libertaddigital.com
así como los comentarios que aporté al debate que el mismo suscitó y que transcribo a continuación:

40 Pascual, día 13 de Noviembre de 2012 a las 09:40
Se nos suele llenar la boca enfatizando que el significado de las afirmaciones está siempre unido a un contexto. Pretender que hay ambigüedad en el Artículo 32.1: "El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica" es no querer ver el contexto. Por tanto, no era necesario en el 78 incluir un "entre sí" para dejar claro que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. Es evidente que si el artículo quisiera dejar abierta la posibilidad a otro tipo de uniones habría rezado más bien, "Toda persona tiene derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica" en concordancia con el resto del texto. Así pues, el contexto siempre es importante y, en mi opinión, el matrimonio es y será siempre la unión de un hombre y una mujer aunque la vigente ley contemple otra cosa.

92 Pascual, día 26 de Noviembre de 2012 a las 09:22
Analogías
Artículo 32.1 de la Constitución: “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”.
Ficticio Artículo 32.1 del Reglamento del Consejo Sectorial de Comercio, Hostelería y Turismo: “El vino y el refresco de cola podrán ser utilizados para la obtención de kalimotxo con plena libertad por parte del profesional de turno en cuanto a la proporción de líquidos a emplear”.

Tras la reciente sentencia del Tribunal Constitucional referente al matrimonio se deduce que si se mezcla un vino Rioja con un vino Txakoli o bien si se mezcla un refresco Coca-Cola con otro refresco Pepsi el resultado en ambos casos es una bebida que se entiende, de una forma normalizada en la sociedad, como un kalimotxo. ¡Sin duda y naturalmente! ¡Claro que sí!

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