El pasado 4 de mayo me pareció ver a Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, rasgarse las vestiduras cuando expresaba su disconformidad ante la modificación de la ley del aborto que estudia el actual Gobierno del PP, y lo hacía argumentando que "no puede ser que se tenga que comprar un derecho ni que sólo las mujeres con recursos puedan optar a interrumpir voluntariamente su embarazo".
Sus palabras me llenaron de perplejidad porque la supuesta injusticia es el pan nuestro de cada día en la sociedad en que vivimos; ahí están el derecho a disfrutar de una vivienda digna o el derecho al trabajo. Basta con acordarse de esos miles de familias desahuciadas, o de esos millones de personas
desempleadas, quienes no pueden ejercer sus derechos porque no pueden pagar. Y en ningún momento he visto a Elena Valenciano solidarizarse, por ejemplo, rebajándose su propio sueldo a niveles más universales. Pero peor es que, al amparo de la vigente y eufemísticamente denominada "ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo", califique de derecho lo que no es sino un asesinato. "Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo", advertía el profeta.
Diario ABC 28 de mayo de 2012 Cartas al Director
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