martes, 27 de mayo de 2014

Derecho a ser padre

Un hombre tenía en propiedad un preciado diamante; tan valorado era que decidió depositarlo en un banco para mayor seguridad. Después de cierto tiempo el banco le comunicó que ya no se lo iba a devolver pues lo había vendido y los ingresos obtenidos los había destinado a otras inversiones. ¿Qué persona osará negar la injusticia que ese banco cometió con ese hombre? Pues bien, esa es la injusticia que interpreto yo que se comete en la gran mayoría de los casos de aborto. Según la sra. Elena Valenciano, según el sr. José Antonio Monago y, en general, según ciertas ramas del feminismo recalcitrante, aquellas del “nosotras parimos, nosotras decidimos”, la mujer tiene derecho a decidir ser madre o no, ergo tiene derecho a abortar. En mi opinión, el derecho que le asiste a la mujer es el de decidir optar a ser madre o no, pues traer una vida a este mundo se me antoja más trascendente que científico, pero una vez que una mujer alberga en su seno un óvulo fecundado por un espermatozoide, alberga el embrión de una vida humana que no le pertenece y de la que es corresponsable. Si decide deshacerse de esa vida, lejos de eliminar unos residuos sanitarios como se quiere hacer ver a la sociedad, está cometiendo una grave injusticia, análoga a la del banco que vendió el diamante de aquél hombre. No obstante, la persona agraviada, salvo en ciertos casos, no es el hombre cuyo espermatozoide fecundó al óvulo, pues desgraciadamente, la irresponsabilidad de muchos hombres es manifiesta y se hacen copartícipes de la injusticia que, en cualquier caso, se comete contra el autor de la vida, que no es ni el sr. Miller, ni el sr. Urey ni el sr. Darwin, sino EL QUE ES.

19 de mayo de 2014