lunes, 1 de julio de 2019

¿Para qué pagamos impuestos?

Hace unos días salimos mi hijo y yo en las bicis por el este de la ciudad hacia Maeztu. Atravesando Ilarraza, Oreitia, Elburgo y Alegría-Dulantzi llegábamos a media mañana a Egileta para hacer un alto antes de la subida del puerto Azazeta. Tras la sudorosa ascensión y un bocadillo emprendemos la bajada a Maeztu y a mediodía nos hacíamos una foto junto a su famosa fuente de caños. 





Pero al iniciar el regreso el plato de una de las bicis se avería y sin tracción la rueda no se movía. Un vecino nos informa de que no hay taller pero sí horarios de autobús para volver a Vitoria-Gasteiz. ¡Teníamos que esperar dos horas y media! Optamos por llamar al 112 pero, al no estar heridos, nos remiten a la Ertzaintza a quienes explico nuestra situación. La agente argumenta que no hacen esos servicios de ayuda en carretera y que lo mejor es llamar a un taxi (sic). Anodadado, le doy las "gracias" por su "inestimable" ayuda. Cinco minutos más tarde se nos acerca otro vecino (para nosotros un ángel) que se presta a mirar la avería, pues se confiesa mecánico. Con un alambre unió de forma solidaria la biela del pedal con uno de los radios del plato para que pudiera llevarse a cabo la trasmisión del movimiento a la rueda y así, despacito, logramos regresar a casa con la ayuda de Dios, pues de la Ertzaintza seguro que no fue. 




El Correo                 28 de junio de 2019        Cartas al Director


¡Gracias Dios!