viernes, 5 de octubre de 2018

La profecía de Daniel de las setenta semanas

En la Biblia hay muchas profecías impactantes y la que traigo a colación es una de las más controvertidas pues su interpretación es, entre otros, un punto más de discrepancia entre cristianos y judíos, e incluso entre los propios cristianos. Tal y como se recoge en la RAE, una profecía es una predicción hecha en virtud de un don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras. El religioso afina un poco más y, para distinguirla del oráculo, matiza que esa predicción no es fatalista sino que es consecuencia de un análisis polifacético del presente y presupone que la consumación o no de lo profetizado está en función de si se reconduce o no la situación. La profecía, a mi juicio ya cumplida, conocida como las setenta semanas de Daniel está recogida en el libro homónimo del Antiguo Testamento (la primera parte de la Biblia cristiana), que también se incluye en el Tanaj (la Biblia hebrea) y en la Septuaginta (traducción al griego de los textos hebreos y arameos anteriores a los textos masoréticos que sirvieron de base para la confección del Tanaj), aunque con algunas diferencias que también afectan a la profecía que nos ocupa. Mientras el Tanaj incluye el libro de Daniel en su sección de Escritos (Ketuvim), antes del libro de Esdras, el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana lo incluye en su sección de Libros proféticos, detrás de Isaías, Jeremías, Lamentaciones y Ezequiel. Me parece oportuno apuntar que en el Nuevo Testamento (la segunda parte de la Biblia cristiana) consta alguna alusión a esta profecía por parte del mismo Jesús.
(Mateo 24)




Se comprueba además que esta profecía está estrechamente relacionada con otra, también cumplida, que se conoce como la profecía de Jeremías de los setenta años. Aunque algunos eruditos se muestran escépticos y consideran que el protagonista del libro de Daniel es ficticio y que el libro se escribió a mediados del siglo II a.C. y no en el tiempo del imperio neobabilónico, es decir, en el siglo VI a.C., lo cierto es que entre los manuscritos descubiertos en Qumrán se hallan fragmentos de este libro escritos en una variedad antigua de arameo anterior al arameo encontrado en el resto de rollos del mar Muerto, casi semejante al que se usaba en la época neobabilónica; también es cierto que el historiador Flavio Josefo escribe en su libro Antigüedades judías que al emperador Alejandro Magno, cuando estuvo en Jerusalén tras la toma de Tiro (332 a.C.), se le presentó el libro de Daniel. En cualquier caso, aun suponiendo que sea cierta la hipótesis escéptica, hay base para admitir que ocurrieron todos los hechos que se narran en la profecía de las setenta semanas y que algunos de ellos se produjeron, en tiempo y forma, al menos casi ciento cincuenta años después de ser vaticinados, por lo que este cumplimiento de los hechos profetizados induce, a quien no lo haya hecho ya, a la reflexión y a considerar la Biblia como auténtica Palabra de Dios. Es obvio que para los que creemos en Jesús el solo hecho de que hablara de Daniel como un profeta que existió nos basta para considerarlo una fuente fidedigna.
Como el objetivo de este texto no es académico, adelanto que todas las fechas que aparecen son aproximadas a las que manejan unos y otros historiadores, lo cuál no es óbice para que revelen con sobrada suficiencia el cumplimiento exhaustivo de la profecía. El protagonista del libro, Daniel, fue un noble judío de la corte del rey de Judá Joaquim (Eliaquim), hijo de Josías, y fue llevado cautivo a Babilonia siendo joven, junto con otros jóvenes, allá por el año 605 a.C. por Nabucodonosor II, con el fin de ser instruido y suficientemente formado en la cultura y ciencia de los caldeos como para estar en su palacio real (Daniel 1). En seguida empezó a destacar por su don divino de interpretación de sueños, por lo que el rey Nabucodonosor II lo premió con honores y lo nombró gobernador y jefe de todos los magos astrólogos y sabios de Babilonia. Parece ser que en su labor de gobernador y asesor real Daniel se caracterizó por la coherencia, brillantez, rectitud y fidelidad al rey pero también por la sinceridad; tanto es así que tras interpretar uno de los sueños del rey le auguró locura temporal y le aconsejó rectificar sus medidas gubernamentales injustas y retractarse de su actitud soberbia como rey (Daniel 4). Es muy probable que Daniel continuara en labores de asesor gubernamental o, al menos, cerca de la corte, también durante los sucesores de Nabuconodosor II: con su hijo Evilmerodac (Amel-Marduk o Evil-Marduk); con Neriglisar (Nebuzaradam), cuñado de Evilmerodac; con Labashi-Marduk, hijo de Neriglisar y nieto de Nabucodonosor II y, finalmente, con Nabónido, quien pudo haber emparentado con Nabucodonosor II casándose con Nitocris, viuda de Neriglisar e hija de Nabucodonosor II, y tuvo, al final de su reinado, por corregente a su hijo Belsasar cuyo abuelo materno era Nabucodonosor II. Después de la caída de Babilonia bajo el poder de Ciro II el Grande de Persia (539 a.C.), allá por el año 538 a.C., estando Daniel analizando los libros y cartas proféticas que Jeremías había enviado a los cautivos de Babilonia después de que Nabucodonosor II sitiara de nuevo Jerusalén en el año 597 a.C., se percató de que estaba a punto de finalizar el plazo de setenta años de servidumbre que Jehová Dios había impuesto como castigo al reino de Judá por su desobediencia y que había comenzado aproximadamente en el año 605 a.C., cuando su rey Joaquim se convirtió en vasallo de Nabucodonosor II, rey de Babilonia (Jeremías 25). Cabe mencionar además que la destrucción definitiva del templo y de la ciudad de Jerusalén por Nabucodonosor II, rey de Babilonia, fue en el año 587 a.C., en el que culminó la deportación de la población judía, incluído el regente Sedequías (Matanías), hermano de Joaquim y tío de Joaquin o Jeconías, rey legítimo de Judá, cautivo en Babilonia desde el 597 a.C., hijo de Joaquim (Jeremías 29). Daniel empieza a orar fervientemente a Dios para que tenga misericordia de su pueblo, le perdone, termine con su cautiverio en Babilonia y le permita regresar a Jerusalén para restaurar el templo y restablecer el culto en el asolado santuario (Daniel 9). Y es entonces cuando Daniel recibe la profecía de las setenta semanas en respuesta a su sentida oración:
"Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.  Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación y lo que está determinado se derrame sobre el desolador (sobre el pueblo asolado es una mejor traducción)." (Daniel 9)
Con el fin de rebatir más adelante la interpretación que hacen muchos judíos de esta profecía, presento a continuación la traducción al español de la que puede leerse en el Tanaj:
"Setenta semanas fueron decretadas sobre tu pueblo y sobre la ciudad santa para terminar la transgresión y para que  fenezca el pecado y pueda perdonarse la iniquidad, y para traer justicia eterna, y sellar visión y profecía, y ungir el lugar más sagrado. Sabe pues y ten en cuenta que desde que salga la palabra para restaurar y reedificar a Yerushalaim hasta la venida de un ungido, un príncipe, habrá siete semanas, y en sesenta y dos semanas será reconstruida con plaza y foso en tiempos difíciles. Y después un ungido será quitado y no tendrá nada; y el pueblo de un príncipe que vendrá destruirá la ciudad y el Santuario, pero su fin será con una inundación, y hasta el final de la guerra han sido decretados asolamientos. Y hará pacto firme con muchos por una semana, y por media semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda vegetal. Luego sobré el ala de las cosas detestables vendrá el asolador, y hasta el exterminio dispuesto se derramará la ira sobre el pueblo asolado". (Daniel 9)
El consenso existente acerca del significado de la palabra semana en este contexto parece ser unánime. Si un día profético equivale a un año, entonces una semana profética, es decir, siete días proféticos, equivale a siete años; así, se deduce que setenta semanas proféticas, como las de Daniel, son en realidad 490 años (Números 14, Levítico 25). Aunque existe bastante controversia acerca de la fecha de la salida de la orden para restaurar y edificar Jerusalén, ya que fueron varios los reyes persas que emitieron edictos relacionados con este asunto, Ciro II (con reinado de 559 a.C. al 530 a.C.), Darío I (con reinado del 522 a.C. al 486 a.C.), Artajerjes I (que  reinó del 465 a.C al 424 a.C.), está bastante fundamentada la postura según la cuál se ha de adjudicar esta fecha al 457 a.C., momento en que Esdras, descendiente de Aarón, sacerdote judío y escriba, recibió del rey Artajerjes I la orden para ir a restaurar la ciudad de Jerusalén, para lo cuál llevó cartas para los gobernadores delegados del rey en su camino a Judá; y ello porque el resto de órdenes estaban más relacionadas con la reedificación del templo que con la restauración de la ciudad y la total puesta en marcha de la vida política, social y religiosa de la sociedad judía en Jerusalén; y además porque de los cuatro edictos es el único que se recoge por escrito en la Biblia. (Esdras 7)
Así pues, contando las sesenta y nueve semanas, es decir, 483 años, a partir de esta fecha y hasta la llegada del Mesías Príncipe nos situaríamos, teniendo en cuenta que no hubo año 0, en el año 27 d.C. Y esto es lo que ocurrió: en esa fecha es cuando Jesús recibe el bautismo en el Jordán por medio de su pariente Juan el Bautista, es ungido con el santo espíritu y se escucha la voz del Dios Padre que lo presenta como su Hijo amado. Jesús es presentado al pueblo de Israel como el Mesías, inicia su ministerio y, por tanto, comienza la última semana profética (Lucas 3, Juan 1). La profecía aporta información sobre lo que iba a ocurrir en las primeras siete semanas (49 años): se reedificaría la plaza y el templo en tiempos angustiosos, que es lo que ocurrió entre el 457 a.C y el 408 a.C. aproximadamente. Además, apunta que después de estas siete y sesenta y dos semanas, es decir, después de sesenta y nueve semanas, ocurrirían, entre otros, dos eventos muy importantes: se mataría al Mesías y un príncipe vendría a destruir la ciudad y el templo con inundación. Según la profecía, el primero de estos eventos, que equivale al cese del sacrificio y la ofrenda, se produciría a la mitad de la última semana, es decir, en el 31 d.C. Respecto al segundo evento no especifica si se produciría durante esta última semana o posteriormente, pero sí que sería con inundación. Parece claro que ambos hechos son históricos. En el año 31 d.C. se produce la crucifixión de Jesús (seguramente también a la mitad de la semana literal, es decir, el miércoles) y, por tanto, pierde sentido todo rito o ceremonia judía relacionada con la expiación de los pecados, pues aceptando su propio sacrificio, su sangre nos limpia de todo pecado y podemos entrar al lugar Santísimo. La destrucción de Jerusalén y de su segundo templo acaeció cuando el General romano Tito, posteriormente emperador de Roma, asoló y devastó la ciudad en el 70 d.C. con auténticas multitudes de soldados. Hay varios textos en la Biblia en los que se refleja la asociación de la palabra inundación con invasiones militares (Jeremías 47, Daniel 11). Respecto al pacto que confirmaría con muchos es obvio que se refiere al Nuevo Pacto, que sería ofrecido al pueblo de Israel durante esta última semana y que al ser rechazado por él se haría extensible al resto de naciones; desde el inicio de su ministerio y hasta su crucifixión algunos judíos creyeron en Él y lo abrazaron y después, ya resucitado, envió a sus discípulos a anunciar la buena nueva (evangelio) a todas las naciones, aunque no es sino hasta la conversión de Pablo cuando comienza a extenderse la buena noticia de salvación dirigida a los gentiles, allá por el 34 d.C., pues hasta esta fecha, fin de la última semana profética, los discípulos en sus predicaciones se ciñen al pueblo de Israel (Marcos 1). Lo que anuncia la profecía al final, se refiere a lo que pasaría una vez transcurridas las setenta semanas: "Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación y lo que está determinado se derrame sobre el pueblo asolado", en clara alusión al espíritu del anticristo que operaría en el general romano Tito y en todas sus legiones en la profanación del templo y la destrucción total de Jerusalén en el año 70 d.C. Este espíritu del anticristo opera en la tierra desde entonces y ha perseguido siempre al pueblo judío y ahora también a la Iglesia, hasta que nuestro Señor Jesucristo regrese en gloria en su segunda venida para vencerlo con la espada que sale de su boca, cuando termine el tiempo de gracia, es decir, cuando el evangelio se predique a todas las naciones, en un día y en una hora que nadie sabe sino Dios, el Padre. (Apocalipsis 19) 
Según algunas interpretaciones judías, la fecha del punto de partida de la profecía es el año 587 a.C., justo antes de la destrucción de Jerusalén por Nabudocodonosor II, rey de Babilonia, y se basa en que en ese preciso instante Jehová Dios pronuncia la palabra, a través de Jeremías, sobre su intención de hacer volver a su pueblo judío de la cautividad a la que iba a ser llevado:
"Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas [...]: He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y verdad. Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio". (Jeremías 33)
De esta manera, a las siete semanas, es decir, en el año 538 a.C. vendría un ungido príncipe en alusión al rey persa Ciro II y después de otras sesenta y dos semanas más, es decir, 434 años, nos situaríamos en el año 104 a.C., fecha en que se ungió al rey judío Alejandro Janneo, quien por su perversidad y profanaciones fue quitado o proscrito por los sabios y religiosos de su propio pueblo, si bien siguió reinando hasta el 76 a.C. Aunque hay varias razones que me impulsan a considerar errónea esta interpretación, la principal es que con la figura de Alejandro Janneo no se cumplen los objetivos que se mencionan en la profecía respecto al fin del pecado, a la expiación de la iniquidad y a la justicia eterna, las cuales sí se cumplen en Jesús. Esta es nuestra fe. Además, tampoco explica correctamente los eventos de la última semana profética, que sería, según esta interpretación, del 104 a.C. al 97 a.C. ¿Cuál sería el pacto firme que confirmó con muchos? Si la profecía es recibida por Daniel allá por el año 538 a.C. y su contenido vaticina unos hechos que se cumplirían en el futuro, resulta contradictorio sostener que la fecha de la salida de la palabra para restaurar Jerusalén (587 a.C.) y las primeras siete semanas a partir de la misma hasta la llegada de un príncipe ungido (hasta 538 a.C.) se sitúan en el pasado. Por último, ¿por qué se elige el año 587 a.C. en vez del año 597 a.C. (véase Jeremías 29:1)? En definitiva, parece claro que al judaísmo se le ha puesto un velo, tal y como lo afirma Pablo:
"¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí  lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy" (Romanos 11). ¡Abra pronto el Eterno los ojos de los judíos, nuestros hermanos mayores en la fe y entre pronto la plenitud de los gentiles para que, después, todo Israel pueda ser salvo! Entretanto, sigamos amando al único Dios Todopoderoso, al Santo de Israel, a YHWH de los ejércitos, y así seremos utilizados por Él para provocarlos a celos.
"Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios; Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, los provocaré a ira con una nación insensata" (Deuteronomio 32).
Si eres agnóstico o crees en el ateísmo o profesas otra religión, espero que estas líneas te hayan servido para reflexionar y para replantear tu postura. Si tú eres ya un seguidor de Jesús el Mesías (Yahshúa Hamashíaj), a buen seguro que han servido para recordarte cuán Glorioso y Soberano es nuestro Dios Yahwéh. ¡A Él sea toda la gloria y la honra por los siglos de los siglos! Amén, Shalom. Si quieres visualizar un gráfico con las fechas y los acontecimientos históricos que se mencionan en la profecía de Daniel de las setenta semanas, lo puedes hacer en la última página de este texto que aparece en el siguiente enlace: setentasemanasdaniel


Vitoria-Gasteiz                                                  5 de octubre de 2018

viernes, 8 de junio de 2018

La violencia ganó por goleada

La violencia ganó por goleada: Las autoridades palestinas demostraron cuál es el método que tienen para tratar con quienes opinan distinto a ellos: violencia.


La suspensión del partido Argentina-Israel: ¿una rendición ante el miedo?

La suspensión del partido Argentina-Israel: ¿una rendición ante el miedo?: Una cosa es sentir miedo, y otra cosa es rendirse a él.


viernes, 1 de junio de 2018

La teología humanista, arma en Occidente

La entrada de hoy es una réplica a un artículo publicado en el diario El Correo el pasado día 24 de mayo, firmado por el teólogo Rafael Aguirre y que puede leerse aquí y, puesto que muy probablemente no pueda ver la luz en dicho medio, procedo a compartir contigo.



Uno de los consejos o mandatos que dio Jesús a sus discípulos fue el de escudriñar las Escrituras porque ellas testifican sobre su persona. Cuando algunos teólogos romano-catolicistas sostienen que no se puede renunciar a la sabiduría y esperanza que procede de lo que se ha llamado, según dicen, "el gran código de Occidente", parece que comparten dicha recomendación, pero sus formas ponen de manifiesto el gran obstáculo que les impide referirse a él como Palabra de Dios, lo que induce a recordarles que el temor de Dios es el principio de la sabiduría, entendido éste como excelso respeto. Cuando añaden que es menester reivindicar una lectura crítica de la Biblia para evitar barbaridades y establecen de forma maniquea una relación causa-efecto entre la reciente tragedia ocurrida en Gaza y los análisis escatológicos de muchos cristianos evangélicos, confluyen junto a muchos medios en un tratamiento informativo sesgado del conflicto árabe-israelí al omitir voluntaria y clamorosamente las acciones terroristas de los grupos palestinos. La opinión pública tiene derecho a saber que los terroristas palestinos explotan los gasoductos, impiden el acceso a los camiones israelíes cargados de alimentos y medicinas, incendian los campos de cultivo israelíes fronterizos, utilizan a su población infantil como carne de cañón en zonas militares y como cruel recurso al victimismo, amenazan con invadir territorio israelí por la fuerza y que, consecuentemente, el ejército de Israel actúa y defiende a su población como haría cualquier otro estado europeo. Con razón afirmaba Golda Meir que "llegará la paz cuando los árabes amen más a sus hijos de lo que odian a los judíos". Pero qué puede esperarse de un grupo terrorista como Hamas, títere del Gobierno de Irán, enemigo acérrimo de Israel. En mi opinión, los hechos aclaran cuál es la causa de la tragedia de la frontera de Gaza: los ataques de los terroristas de Hamas, falsamente descritos como manifestaciones cívicas y pacíficas de la población árabe-palestina. Israel es el único estado realmente democrático en Oriente Medio y como cualquier estado europeo defiende sus fronteras cuando son atacadas. Las reacciones de repulsa de estas acciones terroristas en los escritos de los adalides de la teología humanista y catolicista ni siquiera son de mero trámite sino que brillan por su ausencia. Y no sólo eso sino que de sus análisis podría deducirse un alineamiento con quienes no reconocen el Estado de Israel y se refieren a él como entidad sionista. La pretensión de relegar al judaísmo a una simple tradición cultural y religiosa revela, aparte de negacionismo histórico, una clara malintencionalidad política, y la acusación a los gobernantes de Israel de entrar en una deriva político-religiosa supone una gran hipocresía y un uso de diferente rasero en la exigencia de correción política a los gobiernos de los países de Oriente Medio y de otras zonas candentes del planeta, donde regímenes teocráticos islámicos no reconocen la soberanía al pueblo sino a su divinidad; pero para éstos no hay críticas ni reacciones de condena. Los ataques terroristas de Al Qaeda, Isis, Boko Haram, Hizbula, Hamas, etc. son violaciones de los derechos humanos y la ausencia de resoluciones de condena de la ONU a los países cuyos gobiernos los financian constituyen claras violaciones del derecho internacional. Cuando se apela al derecho conviene apuntar que los estados son soberanos para asignar su ciudad capital y para elegir las sedes de sus embajadas y que los continuos incumplimientos y desavenencias en la aplicación del derecho internacional por parte de los miembros del Consejo de Naciones quizás revelan que la jurisprudencia internacional no está ajustada a derecho.
Cualquier estudio bíblico, incluso el más crítico, revela la estrecha relación a lo largo de la historia entre el judaísmo y la política, luego no insistiré en recordársela a sus eminencias en teología. Inmediatamente surge la pregunta: si el judaísmo, en tanto que tradición cultural y religiosa, ha de sobrevivir adaptándose a la dispersión ¿a cuenta de qué se mantiene un estado como el de la Ciudad del Vaticano donde el jefe de estado gobierna a sus súbditos con absoluta autoridad y se erige en cabeza de la iglesia intentando usurpársela a Cristo? El desprecio intelectualista de la creencia evangélica acerca de la Creación o de la reagrupación del pueblo judío en Israel, la tierra prometida por Dios a Abraham, y de la restauración del reino mesiánico a Israel contrasta con las declaraciones de Jesús quien al ser interpelado por sus discípulos les respondía que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y que no os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad, a la par que les advertía de las tribulaciones apocalípticas futuras. Pero la teología humanista y catolicista, obligada a encajar la existencia de Israel, aboga por su laicidad, y lo quiere vulnerable a los tentáculos del humanismo, para que sus ciudadanos, como los de Occidente, no duden en llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno y sean presa fácil de la hostilidad de sus vecinos quienes proclaman alto y claro que desean su exterminio. Mas según el "gran código", Benditos los que te bendijeren, y malditos los que te maldijeren.
La lectura literal y exhaustiva de la Biblia lejos de ser una fuente funesta de errores y violencia constituye un auténtico maná espiritual y está de acorde con lo que en ella se recoge: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Por contra, una lectura intelectualista de la Biblia conduce a posturas que 
resultan contradictorias e irracionales al pretender compaginar la defensa de unos textos generadores de esperanza, en tanto que prometen resurrección futura y vida eterna, con una crítica racionalista y despectiva de la fe en el Dios Creador y Soberano que se presenta en los mismos. Esta forma de reivindicar la bonanza del libro sagrado por excelencia, semejante, por cierto, a la de Küng cuando "apuesta por Dios y el infinito contra cero y nada" y nos revela que la suya es segura pues no tiene nada que perder y mucho que ganar, indigna e irrita y me evoca el refrán "Para un viaje tan corto no eran necesarias tantas alforjas". No obstante, sospecho que esta forma de creer en Dios no sea muy de su agrado, pues: [...] no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquél que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe: Mas el justo por la fe vivirá. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Y por si sirviera de aviso a quien lee, añado algún versículo más: [...] porque perecerá la sabiduría de los sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.







Vitoria-Gasteiz                                                 28 de mayo de 2018

jueves, 17 de mayo de 2018

Tragedia en Gaza

No es la primera vez que los medios europeos manipulan la información procedente del conflicto palestino-israelí; la tergiversación más reciente se está dando estos días con motivo de la trágica acción armada del ejército israelí en la franja de Gaza, en la que han fallecido decenas de personas. En los medios se cuenta como si sólo hubiera un culpable: Israel. Se omiten o ningunean las acciones terroristas palestinas. Además se enfatiza en que la causa de la tragedia se debe al reconocimiento de Jerusalem como capital de Israel por parte de EEUU y al traslado de su embajada a dicha ciudad, lo cuál es totalmente falso. El vacío informativo acerca de las acciones terroristas palestinas es clamoroso. Se explotan los gasoductos, se impide el acceso a los camiones israelíes cargados de alimentos y medicinas, se incendian los campos de cultivo israelíes fronterizos, se utiliza a la población infantil como carne de cañón y como forma de aumentar el número de víctimas y de recurrir a un victimismo cruel, se amenaza con invadir territorio israelí por la fuerza y, consecuentemente, el ejército de Israel actúa y defiende su territorio y a su población, como haría cualquier otro Estado europeo. Detrás de Hamas se halla el Gobierno de Irán, que odia a Israel. Esta es la verdadera causa: los ataques terroristas de ciertos palestinos. El trato informativo de estos hechos en los medios occidentales es realmente patético.
Infórmate aquí




Vitoria-Gasteiz                                                 17   de mayo de 2018

viernes, 16 de marzo de 2018

La hipótesis de Eva

Uno de los mantras que recita el neofeminismo es el de que la próxima revolución será feminista o no será. A lo largo de la historia de la humanidad las revoluciones han tenido casi siempre como objetivo la defensa de un valor moral, el cumplimiento de la justicia, la obtención de la libertad, o la mejora del bienestar de la sociedad. Pero no ocurre lo mismo con la pseudorevolución que nos ocupa ya que, aunque dice abanderar la lucha por la igualdad de la mujer en la sociedad, en realidad esconde objetivos espúreos, maquiavélicos y de destrucción social. Y es que si se indaga en su ideario y se desenmascaran sus argumentos nos topamos pronto con una cultura de muerte: aborto, inversión de la pirámide poblacional, guerra de sexos, transexualidad, etc. Sin embargo y sorprendentemente, parece evidente que los medios ya se han plegado a esta nueva visión neofeminista y han hecho suyo el discurso 'políticamente correcto' según el cuál la mujer está oprimida y es una víctima de los llamados patriarcado, machismo y capitalismo.




Amplios sectores sociales han comprado también el boleto del neofeminismo y esgrimen que con la implantación del nuevo paradigma de empoderamiento de la mujer, de imposición de la ideología de género, de licencia libertina para el aborto, de laicismo y de uso de criterios y toma de decisiones neofeministas, todo va a ir mejor y la sociedad emergente va a ser más civilizada, más avanzada, más justa e igualitaria, dado que parten de la premisa falsa de que la violencia está incardinada en el ADN masculino. Craso error. Algunas mentes despejadas afirman que la Historia es cíclica como las estaciones climatológicas o muchos ciclos de la naturaleza y es esta apreciación, junto con la observación de los acontecimientos que estamos viviendo en las sociedades occidentales, en las que en un espacio muy breve de tiempo se está legislando para que se desmorone la organización socio-moral que llevaba siglos establecida e interiorizada, las que me llevan a plantear la que denomino hipótesis de Eva:
Cuando Dios creó al ser humano, hizo primero al varón, Adán; luego hizo a la mujer, Eva, usando una costilla del hombre. Pero Eva siendo engañada por Satanás incurrió en transgresión; seguidamente también el varón desobedeció a Dios y con su caída entró el pecado en el mundo y como consecuencia la muerte. Pero Dios tenía trazado un plan divino para la reconciliación con sus criaturas e iba a consentir un tiempo para que cierto contingente de hombres y mujeres se salvaran de la muerte eterna por medio de la fe en su Hijo Jesucristo y adquirieran la potestad de ser hechos hijos suyos y a la postre pudieran disfrutar de la vida eterna. Y al igual que fue Eva la engañada, conjeturo que el anunciado final de ese tiempo de gracia va a venir también precedido por el hecho de que Eva va a ser engañada por segunda y última vez ya que en mi opinión el neofeminismo está seduciendo a muchas mujeres y les está haciendo creer que su desarrollo personal pasa obligatoriamente, primero, por aparcar la maternidad para delegarla en terceros, ya sea en el Estado, con sus llamadas escuelas infantiles de 0 a 3 años, ya sea en los varones, que habrán de solicitar prolongadas bajas de paternidad, o en personas profesionales del cuidado de menores, y segundo, por enfrascarse en actividades que supuestamente les reportarán plenitud y satisfacción personales. Craso error de nuevo. Y dijo Satanás a Eva: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto, para que no muráis?" Y vuelve a decir hoy Satanás a Eva: "¿Conque Dios os ha dicho que os salvaréis engendrando hijos, si permaneciereis en fe, amor y santificación, con modestia?" 






Dice la letra de una canción cristiana que "la presencia de Jesús, al diablo le quema"; también suele decirse que cuando se usa bien la espada del Espíritu, esto es, la Palabra de Dios, el diablo se incomoda y su reacción se hace visible. No comparto los dogmas de fe de la ICAR, pero algunas veces suscribo lo que dicen algunos católicos; por ejemplo, la idea del señor Munilla, obispo de San Sebastián, cuando expresa que "detrás de la nueva ola del feminismo radical se encuentra el diablo y que éste le ha metido un gol a la dignidad de la mujer cuando se asume que el aborto libre y selectivo es un derecho". Así opino yo también pues ¿no son espirituales la lucha y algunos enemigos? "Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12). 


"Munilla, el diablo va a por ti"


Se acerca el fin, el señor viene pronto. Maranatha.

Vitoria-Gasteiz                                             16 de marzo de 2018

miércoles, 7 de marzo de 2018

Ocho de marzo

Detrás de la nueva ola (no sé ya si es la tercera o la cuarta) del llamado feminismo, que ya no llamo feminismo sino feminismo radical o mejor dicho neofeminismose esconden objetivos espúreos como la guerra de sexos, la destrucción de la familia natural, tradicional o sagrada, la formación cristianófoba de las nuevas generaciones o incluso la imposición de ideologías político-económicas marxistas. Los eslóganes de los sectores más ruidosos del movimiento, que a la sazón más aparecen en los medios, revelan ya nítidamente que sus objetivos no están encaminados a la consecución de un logro social, la igualdad de la mujer en la sociedad, sino a la configuración de una sociedad contra Dios, dirigida por criterios contrarios a sus mandamientos y para muestra un botón: nosotras parimos, nosotras decidimos, no nací de tu costilla, tú saliste de mi coño, la identidad de género no se elige, somos malas, podemos ser peores, mata a tu papá, el aborto es sagrado, muerte al macho, sin ti soy yo, hetero muerto abono 'pa' mi huerto, el miedo ha cambiado de bando, la purga ha comenzado, no quiero tus piropos, quiero que te mueras u otros más antiguos como el de yo también soy adúltera... Pero en el siglo XXI aún existimos quienes creemos a Dios y sabemos, con la certeza de la fe, que no miente cuando dice que hizo una mujer de una costilla de un hombre (los científicos dicen que son capaces de clonar) o que hombre y mujer somos coherederos de la gracia de la vida o que ante Él somos iguales, pecadores que necesitamos su gracia y salvación, y aún más iguales en tanto que si hijos por la fe en Jesús, ya no hay judío ni griego, ya no hay hombre ni mujer, ya no hay esclavo ni libre. Así pues, es aparente la contradicción entre la defensa de la igualdad de la mujer y la creencia y obediencia a Dios; Dios no es machista, ni siquiera cuando establece roles diferentes para uno y otro. Curiosamente, vivimos en una sociedad altamente especializada y nunca se ha visto la especialización como generadora de desigualdad, pero si es Dios quien, en su sabiduría, manda división de roles entonces sí. ¡Anda ya! Soy hombre y creo que hombre y mujer somos iguales pero no idénticos y, si Dios me lo permite, el ocho de marzo trabajaré como otros días, ya que creo que Dios no es feminista y prefiero seguirle a Él.









Con respecto a la defensa de la igualdad de la mujer, y con ánimo de aportar ideas a los gobernantes, considero urgente que la sociedad valore económicamente el ejercicio de la maternidad y que el Estado fije un salario digno a las mujeres que eligen, en libertad y por iniciativa propia, cuidar de los hijos y atender a su familia, y suprima muchas partidas de los presupuestos generales como las subvenciones a los partidos políticos, sindicatos, fundaciones, patronales, asociaciones parasitarias, observatorios, etc., o como la financiación de las estructuras autonómicas imitadoras de Estado, o como muchas otras objetivamente despilfarradoras. 
La ideología neofeminista pretende inocular en la sociedad la idea falsa de que el único modo de cambiarla a mejor es cuasi-obligar a las mujeres a formar parte activa no sólo del actual mercado laboral y del PIB, sino también de todos los ámbitos del poder e imponerlo de forma normativa. No se quiere reconocer que la elección libre del ejercicio de la maternidad que muchas mujeres llevan a cabo, en perjuicio en muchos casos de sus carreras laborales o profesionales, se debe a una profunda necesidad del alma presente en ellas, que no lo está en los varones, salvo excepciones. El interés por concebir hijos no es comunitario, sino individual, por mucho que se nos quiera vender desde las instituciones que es de interés público. Lo terrible del asunto es ver cómo muchas mujeres, por su escasez de recursos económicos, atrasan, descuidan, mal-atienden o anulan la maternidad y las tareas del cuidado de su familia, cuando, en su fuero interno, quisieran llevarlas a cabo en dignas condiciones de reconocimiento social, político y, sobre todo, económico, y todo ello por mor del deseo de entrar en un mercado laboral en el que muchas veces terminan haciendo trabajos mal pagados de empleadas de hogar ajeno, o trabajos que aportan muy poco a su desarrollo personal y que suponen únicamente una aportación dineraria, que es, desgraciadamente, lo que les ocurre a los varones en muchos casos. Porque es cierto que el varón y la mujer hemos de tener garantizado el ser sujetos de los mismos derechos y obligaciones, es decir, el ser iguales, pero en tanto que seres diferentes y con distintas capacidades y necesidades anímicas, es absurdo e improcedente aplicar normativas de paridad en todos los sectores de la sociedad. En este sentido contrasta la insistente exigencia neofeminista en las cuotas paritarias en las esferas del poder con la nula petición de las mismas en las penosas y arriesgadas actividades laborales llevadas a cabo mayoritaria y frecuentemente por varones. Los auto-llamados políticos progresistas siguen insistiendo en que la solución pasa por invertir en la educación infantil de 0 a 3 años, para que las mujeres queden 'libres' y puedan 'realizarse' y 'desarrollarse' en sus trabajos, profesiones o emprendedoras actividades, mientras el Estado se ocupa de sus hijos; pero, en mi opinión, la medida contribuye a la desintegración de la familia, a despojar a las mujeres de una de las mayores fuentes de dignificación que su Creador les ha ofrecido, la maternidad, a disminuir el poder de influencia educacional familiar en los menores y a aumentar la capacidad del Estado en sus labores de ingeniería social. Personalmente, e insisto, abogo por una fuerte inversión del Estado en la remuneración económica, mediante un salario digno, a las mujeres que optan libremente por ser madres y cuidar de sus familias, y asimismo por que se siga trabajando en la educación de las presentes y futuras generaciones de varones en la co-rresponsabilidad del cuidado de los hijos y de los mayores, en el mayor grado posible que sus empleos les permitan. 
Las redes sociales y los medios abordan con fruición el tema de la convocada huelga del 8 de marzo. Me congratulo de ver que hay muchas mujeres que abogan sinceramente por la justicia e igualdad de sexos y se desvinculan de este movimiento de masas y cito por ejemplo a las que firman el manifiesto 'No nacemos víctimas' que puede leerse en https://nonacemosvictimas.com
Me exaspera ver cómo mujeres con poder político como la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, escupen falsedades como la de que la violencia está incardinada en el ADN de la masculinidad y entre sus seguidores no se enciende la luz de alarma. Asimismo discrepo de quienes tildan de machistas a las personas que afirmamos que el aborto no es un derecho sino un asesinato, ya que consideramos que un ser humano en gestación no es un residuo sanitario, o que creemos que la división de roles por sexo, libremente elegida, es beneficiosa para la sociedad porque quien nos creó nos hizo diferentes y con distintas capacidades, o que opinamos que las mujeres que ríen chistes en los que se da por hecho que los hombres sólo tienen una neurona o que siempre pensamos en lo mismo, no defienden la igualdad, o que .... Por todo ello sigo orando: Padre nuestro, venga pronto tu reino.

Vitoria-Gasteiz                                                         7  de marzo de 2018