miércoles, 14 de septiembre de 2016

El salario de sus señorías

Se ha difundido en las redes sociales una iniciativa que pretende que diputados y senadores dejen de cobrar su salario mientras no formen Gobierno y que cuenta con unos 140.000 adeptos. Enseguida han salido a la palestra voces que la han tildado despectivamente de divertida y populista. Esgrimen el manido argumento de que su salario ha de ser notablemente superior al de la clase media trabajadora porque es, según ellos, alta su responsabilidad y una garantía de que se dediquen a esta profesión 'los mejores', 'los más capacitados'. Hay quienes, sin sonrojar, se atreven incluso a defender que sus honorarios tendrían que equipararse a los de esos 'flamantes' directivos de ciertas entidades de la empresa privada que ingresan lo inefable a costa de esquilmar a los trabajadores y engañar a los clientes. Intentaré demostrar que este doble argumento es una auténtica falacia. 
Una de las mayores responsabilidades que hay en la vida es la de ser padre o madre; consiste en conducir y/o acompañar a un ser humano desde su nacimiento hasta su plena autonomía, entendida ésta como interdependencia social, y hacerlo en todas sus etapas, con nutrición, educación y sobre todo con amor. Sin embargo, las llamadas sociedades modernas no sólo no recompensan económicamente esta actividad ni mucho ni poco sino que en muchas ocasiones parece que la penalizan. Por otra parte, el buen desempeño de actividades como la política, la enseñanza, la asistencia médico-sanitaria y otras, está asociado de forma indisoluble al hecho de ser realizadas por vocación y conlleva intrínseco un anhelo de servir a los demás. Es por ello, en mi opinión, que la asignación del salario medio para los representantes políticos devendría en una genuina 'prueba de algodón' y supondría, además de un ahorro, un eficaz filtro que impediría el acceso a los cargos de poder a todos aquellos sátrapas, chorizos y corruptos, cuyo único objetivo es crematístico y cuya única pretensión es la de servirse de los demás para beneficio propio. Quizás alguien piense que esta medida podría implicar un descenso en el nivel intelectual y de capacitación de nuestros mandatarios pero afirmo que la tesis no es necesaria; por toda la geografía del país puede encontrarse toda una pléyade de políticos de alto nivel y buenos gestores de la 'res publica' cuyos salarios son exiguos e incluso nulos. Me pregunto, finalmente, si entre tanto defensor de salarios altos para sus señorías habrá alguno que ose afirmar que esas personas voluntarias que, por altruismo, dedican su tiempo e incluso su vida a ayudar a los más necesitados sin recibir a cambio salario alguno no son las mejores ni las más capacitadas para hacerlo. Dios se hizo hombre en la persona de Jesús y a pesar de que su responsabilidad era la más alta de todas (salvar a la humanidad) tan sólo se dotó de un pesebre para nacer y durante su ministerio en la Tierra no tuvo salario ni dónde reposar su cabeza. ¡Si no hay Gobierno no hay salario! ¡Quien pudiendo no trabaja que no coma!


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Vitoria-Gasteiz                                    14 de septiembre de 2016



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