viernes, 21 de noviembre de 2014

¿Está vivo el capitalismo?

La caída del régimen comunista soviético a finales del siglo pasado permitió al
liberalismo económico lanzar vítores a favor del capitalismo y las bocas de sus partidarios se llenaban con el eslogan: ¡El comunismo ha muerto! Hoy podemos afirmar, aun sin ser expertos en economía, que la actual crisis
económica y las medidas gubernamentales adoptadas por estos lares consistentes en rescatar con el erario público a las entidades financieras son la prueba empírica de que el capitalismo también ha muerto. Algunos gobiernos osados, como el estadounidense, desde hace tiempo intentan salir de la crisis económica inyectando dinero en los mercados con el fin de que ellos solos se reajusten, pero mucho me temo que será peor el remedio que la enfermedad. Como suele decirse, tiempo al tiempo. 





Tras el rescate bancario, tras la austeridad impuesta a la ciudadanía pero no soportada por los dirigentes, los políticos demandan de las entidades financieras que inicien la expansión crediticia en la que depositan toda su esperanza para que la economía real se desarrolle y pueda el sistema, así, reiniciarse y recuperarse. Se trata de los tradicionales ciclos económicos del capitalismo a los que, según sus fieles, hemos de resignarnos. La diferencia entre éstos y los ciclos naturales, como el del agua o el del nitrógeno, a los que nos resignamos agradecidos por el beneficio que nos otorgan, radica en que de los primeros salen trágicamente perjudicados muchos seres humanos. Ahí están las víctimas de los desahucios, los desempleados, los niños mal alimentados, etc. que, al parecer, siguen sin hacer sonrojar a quienes nos dirigen. Últimamente, no hago nada más que recibir ofertas de créditos personales que rozan la usura por parte de las entidades financieras, pues me ofrecen ciertos importes cuya  devolución ha de realizarse con tipos de interés que oscilan entre el 13% y el 25% (TAE), cuando ellas lo reciben del banco central europeo al 0,05%. Desde estas líneas animo a quien se vea en situación de necesidad y reciba semejantes ofertas, a optar por no aceptarlas y a recurrir a la solidaridad de familiares, de  amigos, o de organizaciones sociales solidarias. Las comunidades de los primeros cristianos ponían todos sus bienes en común y entre ellos compartían todo fraternalmente en función de las necesidades de unos y otros, y en ellas podríamos decir que el comunismo, etimológicamente entendido, estaba muy vivo. El gran defecto del liberalismo económico y del capitalismo se muestra oculto a los expertos debido a que pasan por alto la advertencia divina de que  engañoso es el corazón, más que todas las cosas, 
y perverso; ¿quién lo conocerá? Quienes vivimos por fe y hemos puesto toda nuestra confianza, no en las riquezas, sino en Dios, sabemos que la salida definitiva de todas las crisis pasa por aceptar su gobierno y por ello le pedimos eso que el lector recordará de su infancia: Padre nuestro [...] venga tu reino [...]

Vitoria-Gasteiz                              20 de noviembre de 2014

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