miércoles, 19 de julio de 2023

La relevancia del contexto

Un posible nexo de unión, también buscado, entre el concepto de convergencia y la interpretación de las Sagradas Escrituras es que en ambos casos es fundamental el contexto. En efecto, la noción intuitiva que tenemos del concepto de convergencia o tendencia a un límite va asociada al de unicidad. Así es, cuando decimos que algo converge a otra cosa, casi todos pensamos que no puede converger a dos cosas distintas de forma simultánea.

Por ejemplo, si una gama de colores va tendiendo a un color primario, por ejemplo al azul, nos parece imposible que a la vez tienda a otro color primario distinto, por ejemplo al rojo, 
 

salvo que el azul y el rojo sean el mismo color, lo cuál solo ocurre en la política, en la cual estos dos colores coinciden a su vez con el morado, el verde y el naranja.



 Si la sucesión de los valores del IPC mensual va tendiendo a 2,1 ¡ya podría tender a 0!, entonces no puede simultáneamente ir tendiendo a 3,1. 

O incluso si las sociedades occidentales convergen a un deplorable y aberrante estado de degradación moral, al más puro estilo de Sedom y Amorah (Sodoma y Gomorra por si no lo sabes), entonces parece imposible, ni por milagro divino, que a la vez converjan a un estado edénico de moralidad celestial.
Uno de los conocimientos populares de las matemáticas elementales en el área de la convergencia es el de que la sucesión de números reales 

1,1/2, 1/3, 1/4, ... , 1/n, ...

cuyo término general es el de llamada serie armónica, tiene como valor límite el 0, el cuál es distinto a todos los términos de la sucesión. Sin embargo, y quizás aquí muchos se sorprenderán, esto solo es así en cierto contexto, es decir, bajo ciertas circunstancias. En efecto, el concepto matemático de valor límite está indisolublemente asociado al de una estructura topológica y en función de cuál se considere en cada caso, los resultados pueden variar. 

 

Si en el conjunto de los números reales consideramos la topología usual, en la que la familia de los intervalos abiertos constituye una base, entonces, en efecto, el único valor límite de la sucesión anterior es el 0, ya que sea cual sea el entorno de 0 que tomemos, por muy pequeño que sea, siempre podremos encontrar un término de la sucesión a partir del cuál todos los demás se hallan dentro del entorno de 0 de partida; en otras palabras, podemos poner todos los términos de la sucesión, a partir de uno concreto, todo lo "cerca" que queramos del 0 aunque, en este caso, sin llegar a "tocarlo". Sin embargo, si en el conjunto de los números reales consideramos la llamada topología trivial o indiscreta, entonces la sucesión mencionada tiene como valor límite ¡cualquier número real!, es decir, la sucesión converge a cualquier otro número, no solo al 0, ¡por increíble que parezca! En efecto, como en la topología indiscreta el único entorno de cualquier número real es el conjunto total de los números reales y, por otra parte, todos los términos de esta sucesión son números reales, resulta que se cumple el requisito para que cualquier número real sea un valor límite de la sucesión, en esta topología, claro está. Este resultado "patológico" no se produce cuando el espacio topológico cumple la propiedad T2, también llamada propiedad de Hausdorff, es decir, la de que para cualquier par de puntos distintos del conjunto, existen sendos entornos de los puntos disjuntos, esto es, de intersección vacía. Así pues, este es un ejemplo más de la importancia que tiene siempre el contexto. En el siguiente enlace puedes acceder a un documento donde se hace de manera un poco más formal un sucinto repaso a la historia del surgimiento de la Topología y de sus nociones y definiciones más elementales y si quieres profundizar más aquí

 

contexto_topologia.pdf

Pero vamos con el asunto, más trascendente, de la comprensión e interpretación apropiada de los textos de las llamadas Escrituras Sagradas, tanto del Tana"j (Biblia hebrea o Antiguo Testamento) como de los escritos de los primeros discípulos de Yehoshúa, mal llamados Nuevo Testamento y, en particular, del pasaje de Shaúl (Paulus o Pablo) de Tarsos en su carta a la comunidad en Filipos:
Haya, pues, en vosotros ese mismo sentir que hubo también en Yehoshúa el Mashíaj (Jesús el Cristo), quien siendo en forma de Elohim (Dios), no estimó el ser igual a Elohim como cosa codiciable, sino que se vació a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso es que Elohim lo exaltó y le dio un nombre que está por encima de todos los nombres. (Filipenses 2:5-9).
Este es uno de los textos clave en los que la cristiandad fundamenta uno de sus dogmas centrales, a saber, el de la idolátrica enseñanza de la encarnación de Dios en un hombre, que se basa, equivocadamente, en una supuesta influencia de la filosofía platónica en el pensamiento de Shaúl (Pablo) y constituye a todas luces una interpretación anacrónica y descontextualizada. El texto se ha de leer en el contexto hebreo del que formaba parte el enviado Shaúl (Pablo), quien dijo de sí mismo que era "hebreo de hebreos" (Filipenses 3:5-7). Así, pues, la expresión "siendo en forma de Elohim" se ha de entender con el foco puesto en Bereshit 1:27 (Génesis) donde la Torah dice: "Y creó Elohim al ser humano a su imagen, a imagen de Elohim lo creó, varón y hembra los creó". Es decir, Shaúl (Pablo) no está diciendo que Yeshúa (Jesús) era un ser espiritual preexistente, con naturaleza divina, sino que, al igual que Adam y todos sus descendientes está hecho a la imagen, forma o semejanza de Elohim. Cuando dice que "no estimó el ser igual a Elohim como cosa codiciable" no está diciendo que Yeshúa era Elohim y que decidió dejar de serlo para convertirse en un humano, sino que Yeshúa (Jesús) no quiso imitar a Adam y a Jawah siguiendo sus pasos cuando pretendieron ser iguales a Elohim, tal y como se lee en Bereshit 3:5: "sino sabe Elohim que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Elohim, sabiendo el bien y el mal". Lo que sigue del pasaje se ha de entender a la luz de Yeshayah 53:1-10 (Isaías), donde se describe la pasión del siervo sufriente, que representa al Mashíaj (Ungido) según las interpretaciones rabínicas más antiguas. Yeshúa (Jesús), como humano, se humilló en el sentido de que no hizo uso de la autoridad delegada en él por el Todopoderoso, en tanto que lo escogió como Rey de Yisrael, sino que ofreció su obediencia al Creador, a pesar de que sabía que le iba a acarrear una horrible muerte de tortura. En definitiva, es indispensable la lectura de los textos teniendo en cuenta el contexto. Es una desgracia que el cristianismo haya tergiversado el verdadero sentido de los mismos, pues una de las consecuencias ha sido el histórico enfrentamiento con el judaísmo y con los movimientos de nazarenos y mesiánicos, además de las trágicas pérdidas de vidas humanas a lo largo de la historia por las guerras de religiones. En el siguiente enlace puedes profundizar en esta enseñanza, donde el Rav Avdiel Ben Oved lo explica mucho mejor que yo.

 


¿Dios se hizo humano? ¿Mesías DIVINO? Filipenses 2:6 ¡¡¡en CONTEXTO!!!


Vitoria-Gasteiz                                              19 de julio de 2023

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