En esta entrada presento un resumen personal de una conferencia del Doctor Mario Sabán titulada "Las raíces del cristianismo". Al final del texto, dejo el enlace a la misma.
Si nos situamos entre finales del siglo IV a.e.c. y principios del siglo III a.e.c., y se compara el judaísmo de esta época con el del siglo II a.e.c., puede afirmarse que eran muy distintos, ya que en el siglo II a.e.c. surgieron diversos movimientos, a saber, saduceos, esenios, fariseos y, entre ellos, los zelotes, todos ellos también presentes en el siglo I e.c., es decir, en los tiempos de Yehoshúa de Natzrat (Jesús de Nazaret).
El cambio se produjo debido al gran choque cultural que supuso en la sociedad judía de los siglos IV y III a.e.c. la invasión del territorio de Judea (Yehudah) por parte de Alejandro Magno (337-322 a.e.c.), llevada a cabo tras derrotar al imperio persa. Fue entonces cuando el pueblo judío comenzó a dejarse influir intensamente por la cultura griega, es decir, el helenismo, el cual se erigió en el enemigo número uno de la cultura hebrea y para el siglo II a.e.c. ya estaba muy interiorizado en una gran mayoría de judíos. Es cierto que con anterioridad a esta invasión, el pueblo judío había soportado otras invasiones militares, pero ninguna había socavado tanto la cultura judía como el helenismo.
Alejandro Magno funda Alejandría, una ciudad situada en Egipto, pero no egipcia, ya que en ella moraban griegos y, sobre todo judíos, eso sí, muy helenizados. Tanto es así, que para el año 250 a.e.c. ya se había perdido el idioma hebreo y en las sinagogas de Alejandría, la Torah se tenía que traducir al griego y se precisaba la intervención del meturgeman (traductor o intérprete). Es en esta época cuando se escribe la Septuaginta (traducción al griego de la Torah).
Este hecho constituye uno de los gérmenes de los problemas teológicos que se sucedieron con posterioridad; por ejemplo, se tradujo el vocablo almah (mujer joven) por betulah (mujer virgen), lo cual dio paso a especulaciones futuras como la de que el Todopoderoso Creador se hizo humano naciendo de una virgen; por otra parte, en la traducción, se usaron ciertos conceptos de la cultura griega que para entonces ya se habían interiorizado en la cultura hebrea.
El segundo problema al que se enfrentó la cultura hebrea fue geo-político. En el año 190 a.e.c., Judea, que se hallaba en manos de Egipto (Mitzráyim), pasa a manos de Siria. Recordemos que tras la muerte del joven Alejandro Magno, el imperio griego se dividió en cuatro territorios a cargo de sendos generales. Así, los greco-egipcios (ptolemaicos) fueron conquistados por los greco-sirios (seléucidas), quienes impusieron su religión politeísta y pagana en Judea, lo cual provocó el levantamiento armado protagonizado por los asmoneos (macabeos), acaecido entre el año 167 a.e.c. y el 142 a.e.c. Tras el triunfo de los macabeos, éstos entran en Yerushaláim victoriosos, pero los sacerdotes (kohanim) del templo no los reconocieron como legítimos reyes de Yisrael, dado que no procedían del linaje del Mashíaj Dawid, y el Mashíaj de Yisrael ha de ser descendiente de Dawid, de la tribú de Yehudah (Judá). Al parecer, el ejército judío macabeo pasó a cuchillo a casi todos los sacerdotes del templo, matanza, que desgraciadamente está presente en el origen de la fiesta de Janukah, pero que suele ocultarse actualmente en la cultura judía, pues solo se suele mencionar la restauración del culto en el templo con el encendido de las velas. En el año 142 a.e.c. los macabeos se auto-proclaman reyes de Judea y los pocos sacerdotes sobrevivientes a la masacre huyeron al desierto, cerca del Mar Muerto, formando allí la llamada comunidad de los esenios. Éstos esperaban a un Mashíaj descendiente del Mashíaj Dawid y desarrollaron una prolífica obra literaria, sobre todo, apocalíptica, que vio la luz, casi de forma milagrosa, a mediados del siglo XX e.c., con el descubrimiento de los papiros del Mar Muerto (Qumrán).
Entretanto, la dinastía de los asmoneos imponen en el templo de forma ilegítima una casta de sacerdotes denominados saduceos, que se auto-legitiman arguyendo que descendían de Tzadoq (1000 a.e.c.).
Por otra parte, y en esta época (siglo II a.e.c.), surge el movimiento rabiníco. Los rabinos son maestros muy carismáticos que van apareciendo aquí y allá de forma espontánea y que interpretan a su manera la Torah. Son considerados los fundadores del fariseísmo, un movimiento de democratización de la hermenéutica o interpretación de los textos de la Torah. No obstante, aún no estaban organizados oficialmente, lo que se hizo a finales del siglo I e.c. en Yavné, tras la destrucción del templo de Yerushaláim en el año 70 e.c. Uno de los líderes más prominentes en Yavné fue Yojanán ben Zakai, un sabio y erudito rabino. Ben Zakai fue fundamental en el período de adaptación a la nueva situación post-templo, de los judíos en Yavné, ya que estableció una academia rabínica en la ciudad y sentó las bases para el desarrollo del judaísmo rabínico.
El debate entre fariseos (perushim), formaba parte de su idiosincrasia y era propio y característico de su actividad, de ahí que en los escritos apostólicos se ve a los fariseos con frecuencia debatiendo con Yeshúa.
Junto a todos ellos, se hallaban, además, los judíos helenizados de Alejandría y de la diáspora, a quienes el shalíaj, emisario o enviado (apóstol) Shaúl (Paulos) vendría a denominar helenos.
En el siglo I a.e.c., por tanto, ya se encuentran conviviendo todos los grupos:
- Saduceos: sacerdotes impuestos por los reyes asmoneos, caracterizados por su corrupción.
- Fariseos: intérpretes de la Torah.
- Zelotes: Fariseos ultranacionalistas, partidarios de la lucha armada para sacudirse el yugo romano.
- Esenios: Descendientes de los legítimos sacerdotes del templo, huídos al desierto y apocalípticos.
- Helenistas: Judíos que vivían dispersos por toda Judea, Samaria, Alejandría, Asia Menor, norte de África y continente europeo, culturalmente helenizados, no guardaban las costumbres y ritos de la cultura hebrea.
En el año 67 a.e.c. estalla una guerra civil en Judea. Luchan por la sucesión al trono los hermanos Hircano II y Aristóbulo II, hijos del difunto rey asmoneo y kohen gadol (sumo sacerdote) Alejandro Janneo y su esposa, Salomé Alejandra. Nadie gana la guerra, pero Hircano II acude a solicitar ayuda a Roma, dirigida por el cónsul Pompeyo, quien lo mantiene brevemente en el trono (67 a.e.c al 66 a.e.c.) y más prolongadamente como sumo sacerdote hasta el 40 a.e.c., año en el que lo encarcela y corona al idumeo Antípater (40 a.e.c. al 37 a.e.c.).
Para entonces Aristóbulo II ya había sido envenenado y su hijo decapitado en Antioquía por orden de Pompeyo.
Tras el rey idumeo, le sucedió su hijo Herodes el Grande (37 a.e.c. al 6 a.e.c), como rey ilegítimo de Judea.
Suele contarse la anécdota de que cuando Pompeyo entró en el templo de Yerushaláim preguntó a los sacerdotes por el Dios de Yisrael, para exhibirlo en el Panteón en deferencia al pueblo judío, dado que ese era el talante "tolerante" del imperio romano con las diversas religiones y creencias de los pueblos conquistados, y que posteriormente continuó aplicando el catolicismo con su extenso santoral y listado de vírgenes en cada localidad como vestigios de antiguos ritos paganos. Los distintos pueblos parecían contentarse con este detalle de la autoridad romana, sin embargo, como a juicio de los judíos, el Dios de Yisrael es invisible y, además, superior a todos los demás dioses del panteón romano, Pompeyo declaró que el pueblo judío era ateo.
Hay que decir que el judaísmo del siglo I e.c. esperaba al Mashíaj de Yisrael como un líder político-militar, del que se esperaba que iba a liderar el levantamiento armado contra el yugo romano, provocando una insurrección violenta, si bien, después fue transformándose en una idea religiosa.
De hecho, durante este primer siglo e.c., fueron apareciendo diversos Meshijim (Mesías), que a su vez fueron siendo ejecutados por Roma. Más concretamente, entre los años 6 a.e.c. y 66 e.c. surgieron veinticuatro Meshijim (cf. obra de Flavio Josefo).
A Yeshúa de Natzrat se le llamaba Mashíaj Ben Dawid y rabí. El título de rabí era propio del movimiento de los fariseos, lo que es un indicio de que Yeshúa era fariseo (parush), aunque ciertamente atípico, ya que su pensamiento tenía diversos puntos en común con los esenios.
(Nota personal: esta visión no es compartida por algunos judíos, como el rav Avdiel ben Oved, que sostienen que Yeshúa no era fariseo, cf.
(vídeo de rav Avdiel ben Oved)
Para ilustrar este asunto recordemos algunas de las características de los distintos grupos:
- Los saduceos no creían en la resurrección de los muertos, dominaban el Sanhedrín y la estructura del poder político y económico y a su vez eran aliados de Roma. No esperaban a ningún Mashíaj para salvar a Yisrael, dado que eso implicaba la pérdida de sus privilegios y de su poder político-económico, ya que tenían control absoluto del sacerdocio del templo, pues eran ellos quienes nombraban al kohen gadol, con la supervisión de Roma. El número de saduceos rondaba los diez millares. Téngase en cuenta que en el siglo I e.c. la población judía oscilaba en torno a los cinco millones, la mitad de ellos en Judea y la otra mitad en la diáspora (helenistas). Para los saduceos, la Torah está constituída solo por los cinco libros de Mosheh (Moisés) o pentateuco.
- Los fariseos eran los rabinos. Creían en la resurrección de los muertos. Se erigían en libres intérpretes de los textos de la Torah, que para ellos estaba constituída por los cinco libros de Mosheh, junto con los textos de los profetas y el resto de escritos, es decir, el TaNa"J (acrónimo de Torah, Neviim, Ketuvim o Ley, Profetas y Escritos). Había dos subgrupos de fariseos: los pacifistas, como Yeshúa, y los nacionalistas y militarizados, como los zelotes.
- Los esenios eran entre ochocientos y mil miembros repartidos en unas veintidós comunidades. Su ideología era similar a la de los fariseos pero creían en la apocalíptica, pues consideraban que era inminente la batalla final entre el bien y el mal en Har Meguidó (Armagedón), y el mundo tal y como se conocía en aquel momento histórico llegaba a su fin en aquella generación. Practicaban la vida comunal, sin propiedad privada y compartían sus bienes.
Así pues, es casi seguro que Yeshúa convivió y se formó con los esenios, pues se relacionó con Yojanán ha-Matbil (Juan el Bautista), hijo de sacerdote y probablemente esenio. Asimismo, predicó la Torah y la guardó y enseñó a guardar. En ningún modo, Yeshúa pretendió fundar religión nueva alguna. De hecho, era menester de cada rabino, la fundación de una qehilah o qahal, es decir, una comunidad o congregación, en griego, eclessía o iglesia. Yeshúa designó doce shelijim, emisarios o enviados (apóstoles, en griego) en honor a las doce tribus de Yisrael. Sus continuos debates con otros fariseos formaban parte de la idiosincrasia de estos, si bien, el carisma y la excelsa instrucción de Yeshúa le permitían alzarse siempre como vencedor.
El punto clave radica en el momento en el que Yeshúa declaró ser el Mashíaj de Yisrael y sus seguidores lo reconocieron como tal, ya que en cuanto llegó a oídos de las autoridades romanas, acusado por las autoridades saduceas, Roma intervino, como hacía en estos casos. Fue ejecutado por sedición y así consta en el letrero que lo acompañó en aquel trágico instante: INRI (Iesous Nazaret Rex Iudeorum). Murió con la típica condena de un rebelde o terrorista judío, a pesar de que Yeshúa no se reveló militarmente contra Roma, pues era pacífico. El caso es que Roma consideró que a la larga podía convertirse en un problema y lo ejecutó a petición de algunas autoridades religiosas judías. Lo cierto es que no hubo un juicio legal. No se convocó el Sanhedrín (setenta miembros), pues se celebraba la fiesta de Pésaj, ni tampoco se convocó el Sanhedrín de emergencia (veintitres miembros) sino que se llevó a cabo un procedimiento sumarísimo e ilegal, sin respetar las leyes judías (cf. "Proceso a Jesús", por Paul Winter).
Una de las principales diferencias entre Yeshúa y el resto de auto-declarados Meshijim de la época es que con éstos, una vez muerto el Mashíaj, moría el movimiento y se disolvían sus seguidores. Sin embargo, con Yeshúa esto no fue así. En relación a esto, en el libro de Hechos podemos leer lo siguiente:
"Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Torah, venerado por todo el pueblo, mandó que sacasen fuera por un momento a los shelijim (apóstoles) y luego dijo: Varones yisraelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres. Porque antes de estos días se levantó Todah (Teudas) pretendiendo ser alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres, pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se levantó Yehudah (Judas) el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados. Y ahora os digo. Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá, mas si es de Elohim (Dios), no la podréis destruir; no seais tal vez hallados luchando contra Elohim. Y convinieron con él; y llamando a los shelijim (apóstoles), después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Yeshúa, y los pusieron en libertad." (Hechos 5:34-40)
Una vez ejecutado Yeshúa, sus seguidores confiesan haberlo visto resucitado y propagan la noticia de que ha vencido a la muerte. Es preciso incidir en que en aquel contexto, los judíos del siglo I e.c. creían posible que un humano fuera resucitado, ya que lo tenían interiorizado por la lectura del TaNa"J, donde se narran las resurrecciones practicadas por los profetas Eliyahu (Elías) y Elishá (Eliseo). Asimismo creían que una mujer podía concebir sin que mediara relación, ya que así nacieron upuestamente Shimsón (Sansón), Yitzjaq (Isaac) y Mosheh (Moisés). Por tanto, aquellos ciento veinte primeros seguidores de Yeshúa se aferraron a aquella fe y lo reconocieron como Mashíaj. Es preciso enfatizar que esta noticia de proclamación no llegó al resto de judíos de la diáspora de forma repentina como pudiera haberse hecho en los tiempos actuales de la internet y la comunicación instantánea.
Así pues, solo unos tres mil judíos lo reconocieron como Mashíaj en aquellos primeros años. En el año 37 e.c. el judío heleno Esteban proclamó en el templo de Yerushaláim que "Elohim no habita en templo hecho por manos de hombre" lo que causó que los saduceos aplicaran la ley judía y lo apedrearan por blasfemia. En sus escritos, el propio Shaúl (Paulos) reconoce, quizás eufemísticamente, que fue testigo (o interviniente directo) de aquel apedreamiento.
En resumen, la situación histórica era que existían judíos que creían en la mesianidad de Yeshúa y judíos que no creían en ella. En el año 39 e.c., Shaúl (Paulos de Tarso), un judío helenista, alumno de Gamaliel, nieto de Hilel, de la diáspora y con ciudadanía romana, tras una experiencia mística en su viaje hacia Damasco, reconoce la mesianidad de Yeshúa. Tras la metanoia experimentada, regresa a su ciudad natal, Tarso, un núcleo comercial importante situado al sureste de las regiones de Galacia y Capadocia y al norte de Antioquía de Siria. Allí se reúne con un judío levita originario de Chipre, Yosef bar Nava (Bernabé) y deciden comenzar una serie de viajes con el objetivo de proclamar la mesianidad de Yeshúa de Natzrat, de sinagoga en sinagoga, por toda la diáspora. En ningún momento, Shaúl (Paulos) pretendía fundar una nueva religión sino que se dirigía a un grupo interno del mundo judío. Los rabinos de las sinagogas de la diáspora eran muy liberales e invitaban a muchos creyentes y piadosos, por lo que, en general, había en ellas mucha diversidad: judíos fundadores, conversos o prosélitos de justicia (guer tzédeq) y temerosos de Elohim o prosélitos de la puerta (guer toshav). Al interactuar en estas sinagogas, Shaúl (Paulos) percibe un hecho que le induce a modificar toda su teología. Observa que la mayoría de conversos son mujeres y que la mayoría de prosélitos de la puerta o simpatizantes no conversos, son hombres, quienes no se deciden a dar el paso por temor a la exigencia de la circuncisión, un acto de extrema peligrosidad y alto riesgo de muerte, si se efectuaba en la edad adulta. Con el fin de que unos y otros adoptaran el mismo estatus dentro de las comunidades, Shaúl decide abanderar la causa de la no exigencia de circuncisión a los prosélitos de la puerta, que mayoritariamente eran judíos helenizados, pero también, aunque en menor número, gentiles, es decir, de otras naciones. Lo que parece claro es que Shaúl no salía de las sinagogas y que no iba predicando y "evangelizando" por las calles a los no judíos para que aceptaran a Jesús como su salvador personal, al estilo del cristianismo actual. Asimismo, indagó en la Torah la justificación que permitiera esa igualdad de estatus de todos los judíos de las congregaciones y, al parecer, la encontró en la fe de Avraham, quien creyó en Dios antes de ser circuncidado. Simbólicamente expresado: la alianza es la fe de Avraham y la circuncisión es el sello. Con esta fundamentación teológica, Shaúl concedía la condición de yisraelita a todos los integrantes de las sinagogas, ya fueran éstos, judíos helenizados sin circuncidar o gentiles de otras naciones simpatizantes del judaísmo. En ninguno de sus escritos, se apoyó en las enseñanzas de Yeshúa, respecto a este asunto.
En torno al año 50 e.c. se celebra en Yerushalem un concilio en el que se toma la decisión de dejar entrar a Yisrael a los gentiles y a los judíos helenizados sin circuncidar, pero que han hecho teshuvá (retorno al Dios de Yisrael). Una de las posturas es la de los judaizantes, partidarios de exigir la circuncisión a todos. La otra postura es la de Shaúl, partidario de la no exigencia. La decisión final corrió a cargo de Yaaqov ben Alfay (Jacobo hijo de Alfeo) o Santiago el Menor, quien decide que los nuevos integrantes de las sinagogas de la diáspora pueden pasar a formar parte de Yisrael siempre que se sometan a las leyes de Nóaj, misma teología judía que se aplicaba a los extranjeros que residían en Judea, es decir, basándose en una fundamentación jurídica distinta a la de Shaúl. Muy probablemente, uno de los factores que impulsó al concilio a adoptar la postura de Shaúl fue económico, ya que Shaúl era portador de todas las ofrendas provenientes de las comunidades de la diáspora.
En el año 62 e.c., Anás II manda matar a Yaaqov ben Alfay. Es entonces cuando el primo de Yeshúa de Nazrat, Shimeón, toma las riendas de la comunidad mesiánica judía. Entre el 66 e.c. y 70 e.c. Judea vive una independencia inestable gracias a las revueltas. La dinastía de los Flavios detenta el poder en esta época. Vespasiano, del 69 e.c. al 79 e.c., asciende al trono de emperador y deja a su hijo, el general Tito, a cargo de sofocar el levantamiento judío, quien destruye el templo y pone sitio la ciudad en el año 70 e.c., masacrando a centenares de miles de judíos y obligando al cautiverio a otros muchos. Tito sucede a su padre Vespasiano en el año 79 e.c. y tras su breve mandato de un año y medio, le sigue Domiciano. En el año 92 e.c. le llega a éste la información de que los judíos pretenden de nuevo rebelarse contra Roma y manda llamar a los sobrinos nietos de Yeshúa de Natzrat, unos campesinos sin objetivos político-militares, a quienes deja enseguida en libertad. Este hecho podría ser considerado como un indicio de que Roma mandó ejecutar a Yeshúa estrictamente por motivos políticos, dado que sesenta años después de la ejecución de Yeshúa, todavía Roma consideraba plausible que familiares descendientes de Yeshúa pudieran liderar una nueva sublevación judía contra Roma. En el año 93-94 e.c. Domiciano recibe la noticia de que su primo Tito Flavio Clemente se convierte al Dios de Yisrael y a la fe de la mesianidad de Yeshúa, por lo que decide asesinarlo. Curiosamente, en el judaísmo se consideran a Tito Flavio Clemente y a su esposa Flavia Domitila como mártires de Yisrael y en el catolicismo se les venera como Santos de la Iglesia Católica. En esta época, aún no ha emergido el cristianismo, ya que todo aquél que creía en Yeshúa como el Mashíaj de Yisrael, lo que hacía era entrar a formar parte del pueblo yisraelita.
Es en el siglo II e.c. cuando nace el cristianismo, y por un revés político. En el año 114 e.c., bajo el gobierno de Trajano, emperador de Roma del 98 e.c. al 117 e.c., Roma se enfrenta contra los partos (en Persia), quienes prometen al pueblo judío la reconstrucción del tercer templo de Yerushaláim a cambio de un levantamiento contra Roma. Excepto los judíos de Iehudah (Judea), el resto de judíos del norte de África, de Egipto y de Asia Menor se levantan contra Roma, que los considera aliados de los partos y traidores. La guerra duró tres años (114-117 e.c.). Trajano murió en la guerra y le sucedió Adriano (del 117 al 138 e.c.), quien decide no hacer un doble frente. Prometió a los judíos la reconstrucción del templo, y estos cesaron sus revueltas, mientras él centró sus esfuerzos contra los partos a quienes vence en la guerra. Sin embargo, la promesa no se cumplía y Adriano optó por no cumplirla. Ordenó colocar la estatua del dios Júpiter en medio de Yerushaláim (132 e.c.), lo que provocó el comienzo de la tercera guerra judía contra Roma, liderada por Bar Kojva, quien fue proclamado como Mashíaj de Yisrael por el venerado rabí Akiva. Para esa época ya había miles de gentiles en las sinagogas de Shaúl de la diáspora y los judíos fundadores empezaron a desaparecer dentro de sus propias sinagogas, las cuales empezaron a denominarse iglesias (ecclessiai). Cuando entraba en ellas un romano y preguntaba a los asistentes si eran judíos, respondían negativamente, dado que si se identificaban como judíos eran considerados traidores al imperio romano, y sus vidas corrían peligro; de ahí que empezaran a declararse cristianos.
Nota personal final:
El cisma, por tanto, entre el inicial judaísmo nazareno y el cristianismo naciente a principios o mediados del siglo II e.c., fue total, de manera que se puede afirmar que el término judeocristianismo no solo no es redundante sino que es contradictorio.
(Vídeo conferencia de Mario Sabán)
13 de julio de 2025 Vitoria-Gasteiz