En su libro "QUÉ ENSEÑA realmente LA BIBLIA" afirman que "el Día del Juicio comenzará tras la guerra de Armagedón" y que "no será un período de actividad apresurada que dure solo 24 horas, sino que se extenderá por todo un milenio" (pág. 214). Sin embargo, aunque no sabemos con exactitud cuánto tiempo durará este juicio, en el libro de Revelación (Apocalipsis) 20:11 se dice que "el diablo que los engañaba fue lanzado al lago de fuego y azufre [...] y los libros fueron abiertos [...] y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras", y esto parece indicar, en primer lugar, que este juicio
no comenzará justo tras la batalla de Armagedón, la cuál ocurrirá antes del milenio, sino al finalizar el reino mesiánico milenial, que es cuando el Mesías destruye al satán y, en segundo lugar, que no durará un milenio sino que será mucho más breve, pues se nos dice que "el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego" (que no es otra cosa que la muerte segunda o destrucción irreversible), lo cuál parece indicarnos que solo durará el breve tiempo que lleve verificar si se está o no inscrito en un libro. A la misma idea apunta el versículo "sabe el Soberano librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio" (2 Pedro 2:9).
Tampoco parece acertada la afirmación que hacen en la misma página, en clara referencia a 2 Timoteo 4:1, de que "durante esos mil años Jesucristo tendrá que juzgar a los vivos y a los muertos" en la que con ‘los vivos’ se refieren a "las personas que componen la ‘gran muchedumbre’ que sobrevivirá a la guerra de Armagedón" (Revelación 7:9-17) y con ‘los muertos’ se refieren a todos los humanos fallecidos, los cuales, según ellos, serán resucitados en ese momento.
"No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. Edificarán casas, y morarán en ellas, plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos" (Isaías 65:20-22).
Tras finalizar el reino milenial, se producirá la segunda y última resurrección, para que tenga lugar el juicio de los muertos y de los vivos (los que estén vivos en ese momento) a cargo de nuestro Soberano Yahoshúa haMashíaj (Jesús el Mesías), el Juez, por encargo del Padre.
Por otra parte, estos serán juzgados por las obras que hayan hecho en su vida, hayan vivido antes o durante el milenio, en contra de lo que afirman los 'testigos de Jehová' cuando dicen que las personas resucitadas (que según ellos lo son solo al principio del milenio) serán juzgadas en relación a su obediencia o desobediencia a unos supuestos nuevos mandatos divinos que se darían al inicio del milenio. Parece claro que este error se debe a que para los 'testigos de Jehová' solo habrá una resurrección y a que no entienden que los santos resucitados en la primera resurrección, cuando regrese el Mesías, no serán juzgados, pues ya son justos a los ojos del Padre, por haber guardado sus mandamientos y por haber puesto la fe en su Hijo, si bien, sí serán recompensados justamente (véase la parábola de las minas en Lucas 19:13-26).
"Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Yahoshúa (Jesús) y por la palabra de Elohim (Dios), los que no se habían postrado ante la bestia ni ante su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con el Mesías mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección". (Revelación 20:4-5).
Esta enseñanza equivocada de los 'testigos de Jehová' de que todos los muertos serán resucitados al principio del milenio y de que cuando los muertos sean resucitados y juzgados no lo serán por las obras que hicieron antes de morir sino que se les juzgará conforme a su proceder durante el milenio mesiánico, la argumentan diciendo que toda persona que muere deja de ser culpable de los errores que cometió y es absuelta de su pecado, apoyándose en el versículo "porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado" (Romanos 6:7). Pero, este es el típico ejemplo de cómo un texto sin contexto se transforma en un pretexto, pues es claro que Shaúl (Pablo), al escribir eso, se está refiriendo solo a los que mueren con la fe en el Mesías Yahoshúa (Jesús).
"Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme á la carne, sino conforme al espíritu" (Romanos 8:1)
En definitiva, cuando los muertos, que en vida no creyeron en Yahoshúa (Jesús) o no guardaron los mandamientos de Elohim (Dios), sean resucitados al final del milenio, serán juzgados cada uno según sus obras, tal y como se lee en la Biblia:
"Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras" (Revelación 20:13).
Otro punto de discrepancia es el asunto de la obsesiva relevancia que le dan los 'testigos de Jehová' a la fecha de 1914. Sostienen que es en ese momento histórico cuando se produce la entronización en el cielo de Yahoshúa (Jesús) y cuando se convierte en Rey; y se basan en un cálculo de fechas especulativo y arbitrario. Basándose en la premisa de que "en la Biblia, los árboles en ocasiones representan gobiernos" , cuando, más bien, suelen representar a personas (Isaías 61:3), equiparan "los siete tiempos" de la locura de Nabuconodosor (Daniel 4:10-16) con el tiempo en que sería hollada por los gentiles la ciudad de Jerusalem y establecen un tiempo de 2520 años a contar desde el año 607 a.C., año aproximado en que Jerusalem pasó a ser gobernada por Babilonia y comenzó la profecía de Jeremías de los setenta años. Sin embargo, cuando Yahoshúa (Jesús) profetiza que "Jerusalem será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan" (Lucas 21:24) da a entender que esa desgracia comenzaría tras la destrucción de la ciudad por el general romano Tito en el año 70 d.C. aproximadamente y no antes.
Aunque es cierto que Jerusalem fue destruida por Nabuconodosor en el año 587 a.C., unos diez años después de que el rey Jeconías (Yoaquin) de Judá fuera llevado cautivo a Babilonia, sin embargo, tras los sucesivos edictos de Ciro, Darío y Artajerjes del imperio medo-persa, la ciudad fue restaurada, parte del pueblo judío regresó, se volvió a su Elohim (Dios) y se arrepintió de su idolatría, restaurando otra vez el culto agradable a Yahwéh en el templo de Jerusalem. Esta situación volvería a cambiar y de nuevo los judíos entrarían en rebeldía y serían subyugados por los griegos (seléucidas).
Por otra parte, Yahoshúa (Jesús) no especifica durante cuánto tiempo estaría la ciudad hollada por los gentiles, tan solo expresó que "cuando los tiempos de estos se cumplan habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas" (Lucas 21:25). Además, en concordancia con la analogía de la parábola de las minas, "un hombre noble se fue a un país lejano a recibir un reino y volver" (Lucas 19:12), el pasaje de Revelación 12:5 da a entender que la entronización del Hijo ya tuvo lugar tras ser resucitado y ascender al cielo, si bien su reino no se desplegará en la Tierra hasta que se produzca su regreso, momento en el cuál comenzará "a poner a todos sus enemigos debajo de sus pies" y cuando "todas las cosas le estén sujetas también el Hijo se sujetará al Padre y le entregará el reino" (1 Corintios 15:24-28).
En definitiva, no hay motivo para obsesionarse con la fecha de 1914, recordemos que este tipo de fijaciones les ha llevado en el pasado a cometer errores de interpretación graves.
Continuando con las discrepancias de ciertas enseñanzas de los 'testigos de Jehová', en la página 218 del citado libro, afirman que "solo hay un arcángel" , el cual se llama Miguel y que es precisamente Jesús.
Sin embargo, en Daniel 10:13 leemos que en la visión que tuvo el profeta "un varón vestido de lino" le dijo "Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes (sarim rishonim en hebreo), vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia", por lo que, al parecer, hay varios príncipes principales o arcángeles y todos ellos están por debajo de Yahoshúa (Jesús) en autoridad.
Otro de los puntos polémicos de sus enseñanzas es el referente a los 144.000 sellados. Para los 'testigos de Jehová' estas personas son "cristianos fieles que van a ir al cielo, donde serán reyes y sacerdotes para beneficio de la humanidad" y los distinguen del resto de humanos que habitarán eternamente en la Tierra; sin embargo, esta enseñanza no está de acorde con la Biblia, pues en ella se especifica que los 144.000 sellados serán escogidos de entre las doce tribus de Israel, 12.000 de cada tribu, y estarán con Yahoshúa (Jesús) reinando en el monte de Sion (Revelación 14:1), y no desde el cielo.
"Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Elohim (Dios) descendió fuego del cielo, y los consumió" (Revelación 20:9).
Por otra parte, los 'testigos de Jehová' afirman que solo quienes tienen esperanza de ir al cielo son los que tienen derecho a comer el pan y el vino que se usan como emblemas en la Conmemoración de la Santa Cena, y les niegan este derecho al resto de personas, a quienes solo les queda asistir con respeto a la Cena, "pero sin participar de los emblemas".
No es esto lo que leemos en la Biblia: "Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí" (Lucas 22:19, 1 Corintios 11:24), donde parece que el mandato es para todos aquellos que ponemos la fe en Yahoshúa (Jesús). En definitiva, el Reino de Elohim (Dios) se establecerá en la Tierra y quienes lo dirijan lo harán desde la Tierra y no desde el cielo.
"Y yo Yojanán (Juan) vi la santa ciudad, la nueva Yerushalem, descender del cielo, de Elohim (Dios), dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía, he aquí el tabernáculo de Elohim (Dios) con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Elohim (Dios) mismo estará con ellos como su Elohim (Dios)" (Revelación 21:2-3).
Otra de las afirmaciones que hacen los 'testigos de Jehová' en su libro "QUÉ ENSEÑA realmente LA BIBLIA" es la de que "Jesús es un Rey excepcional (en esto estamos de acuerdo) porque en comparación con los seres humanos (como si él no lo fuera), él es el único que tiene inmortalidad, que mora en luz inaccesible" (1 Timoteo 6:16). Sin embargo, parece claro que en este versículo Shaúl (Pablo) no se está refiriendo al Hijo sino al Padre, el Todopoderoso Yahwéh, que es quien a su tiempo oportuno mostrará a su Hijo Yahoshúa (Jesús); obsérvese que dice de Él que "ninguno de los hombres lo ha visto ni puede ver" en total concordancia con el pasaje "Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá" (Éxodo 33:20).
Vitoria-Gasteiz 22 de octubre de 2021