viernes, 8 de marzo de 2019

3 de marzo

El pasado 3 de marzo se cumplieron 43 años de la fatídica tragedia acaecida en la ciudad en los llamados Sucesos del 3 de marzo de Vitoria de 1976. 
Yo era apenas un niño a punto de cumplir diez años. Paseando por el barrio donde ocurrieron los hechos tuve la oportunidad de leer uno de los panfletos que el partido comunista PCE-EPK distribuyó ese día; en él se explicaba el trágico desenlace: 

"[...] Desde comienzos de año se venían sucediendo diferentes huelgas y manifestaciones en todo el Estado como respuesta a un decreto ley sobre congelación salarial, en noviembre de 1975. Se trataba de salir de la crisis económica de antaño a costa de los trabajadores. La diferencia de aquella crisis con respecto a la actual fue que en aquel entonces, la clase trabajadora estaba organizada y concienciada, por lo que decidió movilizarse hasta poner en jaque a la patronal y al Gobierno. [...] Aquellos que con tanto esfuerzo construyeron la democracia y unas condiciones laborales dignas vuelven a darnos un ejemplo sobre cómo hemos de luchar por nuestros derechos. La lucha de los pensionistas debe marcar el camino. Debemos reaccionar organizándonos primero, concienciándonos y movilizándonos. No se trata de jugarse la vida como en el 76, sino de defender los puestos de trabajo y unas condiciones laborales dignas. Se trata, en definitiva, del futuro, del nuestro y el de nuestros hijos. ¿Qué futuro les espera si nosotros nos quedamos parados? ¿Qué ejemplo les estamos dando? Ante la inacción de la patronal es necesaria la movilización de la clase trabajadora. Honremos la memoria de aquellos que murieron por defender los derechos de la clase trabajadora".




Estoy convencido de que aquella injusticia humana y la sangre derramada de aquellas siete personas no quedará impune. La Palabra de Dios es clara "Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor". 




No obstante, no puedo por menos que establecer una analogía y, desde este modesto blog, hacer un llamamiento a la movilización y revolución individual y al arrepentimiento. Ese fue el ministerio de Juan el Bautista y del Maestro: "Arrepentíos y convertíos". Honremos a la persona de Jesús que dio su vida en una cruz y permitió que se derramara su sangre para perdón de nuestros pecados y para redimirnos y rescatarnos de la condenación eterna. ¿Qué futuro estamos dando a nuestros hijos si no les mostramos el camino a la salvación de su alma y a la vida eterna? ¡Es imposible que el partido comunista de España pueda movilizar a una sociedad en crisis económica, laboral y de valores, sobre todo, si es incapaz de reconocer que la sociedad se halla hipersubvencionada, abotargada y adormecida mediática y tecnológicamente y, lo que es más grave, totalmente alejada de Dios! ¡Arrepentíos y convertíos! ¡A Dios sea toda la gloria y la honra! ¡Honremos la memoria de Jesús el Mesías y valoremos su santo sacrificio!


8  de  marzo                             Vitoria-Gasteiz