Si eres 'de ciencias' y te gusta la física, en la entrada de hoy te propongo
desempolvar los apuntes del instituto para abordar un problema titulado
El palo deslizante que se planteó en eltamiz.com, un sitio del que ya te he
hablado en anteriores entradas y que está dedicado con acierto y de manera
no sofisticada a la divulgación científica.
A continuación te presento el enunciado y tras él la solución:
El palo deslizante
Imagina una pared y un suelo perfectamente lisos (no hay rozamiento),
con el suelo horizontal y la pared vertical. Imagina también que hay
un palo de longitud L y masa M (de grosor despreciable) apoyado en la
pared. De estar colocado verticalmente, tocando la pared en todos sus
puntos, se encontraría en equilibrio, pero imagina también que el extremo
inferior se separa una distancia minúscula de la pared. El palo ya no estará absolutamente vertical, y dado que no hay rozamiento, empezará a deslizarse hacia abajo y la derecha, al principio muy lentamente (parte del reposo) pero cada vez más deprisa.
Al cabo de cierto tiempo, la velocidad horizontal del palo será constante de ahí en adelante para siempre –esto te lo aseguro yo, para que luego te quejes–. Y la pregunta del desafío es: ¿cuál será el valor de esa velocidad horizontal 'terminal' para el centro de masa del palo?
Solución
y si lo quieres ver en su sitio original te dejo el enlace aquí
Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
lunes, 27 de octubre de 2014
jueves, 23 de octubre de 2014
¿Adiós a Dios?
La publicación en los medios de las últimas opiniones vertidas por científicos de vanguardia en el Festival Starmus celebrado el pasado mes de septiembre en Tenerife pone de manifiesto que las grandes preguntas del ser humano y el tema de Dios vuelven a saltar a la palestra.
Afirma Stephen Hawking que ‘no hay ningún Dios’, que ‘no es necesario para explicar el origen del universo’, que ‘él es ateo’. Algunos científicos valientes han reaccionado y han rebatido la postura del físico como, por ejemplo, el biólogo español Antonio Cruz y muchos otros, pero mención especial merece nuestro paisano Iker Jiménez que, en su programa televisivo cuarto
milenio, expresaba recientemente, abierta y de forma cándida, su opinión contraria. La actitud de Hawking y de los que son como él, me recuerda un viejo ‘chiste’ que se cuenta a los niños en los círculos cristiano–evangélicos y que relata el diálogo entre Dios y unos científicos, en el que éstos le declaran al primero que quieren prescindir de Él, pues ya no le necesitan para explicar el origen de la vida, ni la del universo, ni su propia existencia. Para demostrárselo le comunican que quieren mostrarle cómo son capaces de fabricar una célula viva a partir de sus elementos constituyentes, a
lo que Dios accede amablemente. En el momento en el que los científicos comienzan a manipular los ingredientes que consideran necesarios para ‘crear su’ célula, Dios les espeta cariñosamente: ¡Eh,eh! ¡No tan rápido; con MI tierra NO!
Considero que todo ser humano ha de plantearse y afrontar en su vida el asunto de la existencia de Dios. Estoy convencido de que quienes han decidido responder de forma negativa no pueden hacerlo por convicción racional. San Pablo escribía en su carta a los romanos: Porque las cosas
invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Por mi formación, sé que las ideas y hechos evidentes, no necesitan demostración, pero también sé, por experiencia, que muchas veces, en la prueba racional de un teorema matemático, la condición evidente, a veces la suficiente, otras veces la necesaria, suele costar ‘verse’ y se le muestra oculta al estudiante que ha estudiado poco. Algo parecido creo que les ocurre a los que no ‘ven’ a Dios.
Afirma Stephen Hawking que ‘no hay ningún Dios’, que ‘no es necesario para explicar el origen del universo’, que ‘él es ateo’. Algunos científicos valientes han reaccionado y han rebatido la postura del físico como, por ejemplo, el biólogo español Antonio Cruz y muchos otros, pero mención especial merece nuestro paisano Iker Jiménez que, en su programa televisivo cuarto
milenio, expresaba recientemente, abierta y de forma cándida, su opinión contraria. La actitud de Hawking y de los que son como él, me recuerda un viejo ‘chiste’ que se cuenta a los niños en los círculos cristiano–evangélicos y que relata el diálogo entre Dios y unos científicos, en el que éstos le declaran al primero que quieren prescindir de Él, pues ya no le necesitan para explicar el origen de la vida, ni la del universo, ni su propia existencia. Para demostrárselo le comunican que quieren mostrarle cómo son capaces de fabricar una célula viva a partir de sus elementos constituyentes, a
lo que Dios accede amablemente. En el momento en el que los científicos comienzan a manipular los ingredientes que consideran necesarios para ‘crear su’ célula, Dios les espeta cariñosamente: ¡Eh,eh! ¡No tan rápido; con MI tierra NO!
Considero que todo ser humano ha de plantearse y afrontar en su vida el asunto de la existencia de Dios. Estoy convencido de que quienes han decidido responder de forma negativa no pueden hacerlo por convicción racional. San Pablo escribía en su carta a los romanos: Porque las cosas
invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Por mi formación, sé que las ideas y hechos evidentes, no necesitan demostración, pero también sé, por experiencia, que muchas veces, en la prueba racional de un teorema matemático, la condición evidente, a veces la suficiente, otras veces la necesaria, suele costar ‘verse’ y se le muestra oculta al estudiante que ha estudiado poco. Algo parecido creo que les ocurre a los que no ‘ven’ a Dios.
?
Si estás interesado en escuchar la opinión de Iker Jiménez, lo puedes hacer aquí:
23 de octubre de 2014 Vitoria-Gasteiz
A continuación, puedes leer la versión publicada en la prensa local:
¿Adiós a Dios?
Las últimas opiniones vertidas por científicos de vanguardia en el Festival
Starmus que se celebró el pasado mes de septiembre en Tenerife pone de
manifiesto que las grandes preguntas del ser humano y el tema de Dios vuelven a saltar a la palestra.
Afirma el físico británico Stephen Hawking que "Dios no es necesario para
explicar el origen del universo" y otros científicos como el biólogo español
Antonio Cruz han reaccionado y han rebatido la postura del inglés.
Mención especial merece también nuestro paisano Iker Jiménez que, en su
programa televisivo Cuarto milenio, planteaba recientemente, de forma
abierta y cándida, su opinión contraria a la de Hawking.
Considero que todo ser humano ha de plantearse y afrontar en su vida el
asunto de la existencia de Dios. Estoy convencido de que quienes han decidido responder de forma negativa no pueden hacerlo por convicción racional. Las ideas y hechos evidentes no necesitan demostración, pero muchas veces, en la prueba racional de un teorema matemático la condición evidente suele costar 'verse' y se le muestra oculta al estudiante que ha estudiado poco. Algo parecido creo que les ocurre a los que no 'ven' a Dios.
Diario de Noticias de Álava 7 de noviembre Cartas al Director
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